Con una altura de 116 metros desde sus cimientos, y una superficie de unas 450 hectáreas, lo que hace especial a este embalse, y más su llegada a él, es el paraje rocoso en el que se encuentra.
Pasando a través de una sinuosa carretera, llena de curvas imposibles, uno se encuentra de repente con un gigantesco muro frente a él, con dos singulares cascadas a modo de aliviaderos, y con el río Nansa a los pies del barranco.
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